Os dejo un artículo de Concha Tejedor:
El mayor engaño empieza en nosotros mismos cuando aseguramos que
somos sinceros. ¿No tienes ninguna duda?¿Estás seguro/a que sabes cuando
un sentimiento es real y cuando es una creación de tu mente en su
intento de cubrir con “ilusiones” determinadas necesidades de tu
inconsciente?….
Hay tantas, tantas cosas en nosotros que creemos que estan siendo lo que
realmente NO son, que la revisión de nuestros niveles de autenticidad
debería ser una práctica obligatoria y constante, haciéndonos preguntas y
prestando atención al tipo de situaciones que nos llegan. En esta
investigación sobre la autenticidad de nuestros sentimientos hay que
incluir los autoengaños que heredamos de nuestras familias de origen.
Puede que el engaño no intencionado venga del falso amor entre nuestros
padres, o de nuestros abuelos, de los intereses conscientes o no que les
mantuvieron unidos, del sufrimiento que había en cada uno de ellos y
que nunca confesaron. Es facil comprenderlo, porque seguramente sea la
misma formula que nosotros hayamos repetido con nuestros hijos. Quizás
tu madre te haya ocultado que no te deseó aunque después te adorase y no
pare de insistir sobre cuanto te quería, de los sentimientos de
infelicidad que ambos disimularon montando un “teatro” para ti,
aparentando lo contrario a la verdad y exigiendote precisamente eso de
lo que ellos carecian…. La apariencia es la perpetuación de la mentira,
es la intención de tapar con las formas lo que realmente sentimos y no
queremos ver o no queremos que otros vean. Este patrón de comportamiento
no nace, se aprende de los modelos de conducta de nuestros
progenitores, trasmitiendose de una generación a otra como una
caracteristica más del ADN familiar. Pero la buena noticia es que todo
lo que son programas aprendidos se pueden desinstalar.
Será muy util que reflexiones y te respondas a estas preguntas, CON
SINCERIDAD. O,¿es que la verdad va a cambiar si no la miras o la niegas?
Eso es lo que piensan los niños cuando se tapan los ojos y creen que si
ellos no ven tampoco son vistos. No es confianza, es ingenuidad
infantil o mucho miedo.
¿Estás completamente seguro de Ser realmente Tú o eres una proyección de lo que tu mente decide que debes ser?
¿Cuanto hay de ti mismo y cuanto de “personaje” aprendido?….¿Qué porcentaje de “teatro” hay en tu vida?
¿Amas realmente a quien dices amar o es lo que tu mente te dice para protegerte del miedo a sentir la verdad?…….
¿Crees en tus propias experiencias, o en lo que te dijeron tus padres, profesores, y resto de adultos?……
¿Sigues creyendo en los Reyes Magos?…..¿Cuantas “ilusiones” más mantuvieron para ti?..
….. y cuantas has continuado manteniendo tú?….¿A QUIÉN QUIERES ENGAÑAR?….
Además, si tu eres el primero que se engaña a sí mismo…¿Crees
que tienes derecho a exigir a los demás que sean sinceros?…Y si te
engañan a ti…,¿no será ese el reflejo de lo que tú estás haciendo
contigo mismo?
La primera mentira es creer que reconocer la verdad, pedir ayuda o no
saber, es un síntoma de debilidad o inferioridad. Podrás engañarte a ti
mismo todo lo que quieras, pero luego no te extrañes ni te quejes de
que las cosas no cambian. ¿Quién te enseñó a sentir vergüenza de la
verdad?, ¿Quién o quienes fomentaron que la escondieras o reprimieras?,
¿Quién o quienes te compararon con los demás?, ¿Quién lo sabe todo?…..
quizás tu padre, tu madre, la escuela, la religión, el Sistema….. ¿Qué
sabrán ellos de ti si ni tú mismo lo sabes?….
El autoengaño es la cerrazón de la ignorancia, es el
mecanismo de defensa más común y dañino para impedir el recuerdo
sentido de la humillación que recibimos en la infancia cuando no
sabíamos resolver algo o no cumplíamos con las expectativas que los
adultos habían creado sobre nosotros sin consultarnos. Un mentiroso
compulsivo es un adulto con un niño en su interior inmensamente
humillado, que huye de los sentimientos de vergüenza y culpa hacía sí
mismo.
Autoengaño sobre autoengaño produce un estado de “pérdida”, un vacío
inmenso, la depresión y las ideas de suicidio. Al final el miedo nos
atenaza y nos hace prisioneros de nuestro interior turbulento, del que
ya no podremos escondernos. Perdemos el sentido de lo que es verdad o
mentira, de lo que realmente somos, de lo que nos gusta, de si realmente
amamos a quién creemos amar. No queremos saber la verdad de nosotros
mismos porque nos hicieron creer que lo que sentíamos o pensábamos no
era lo que debía ser. Y dentro de nosotros, en nuestras capas más
profundas, seguimos creyendo que es así.
Los adultos que se mienten, son esos niños que prefieren seguir
creyendo en los Reyes Magos que saber la verdad, aunque la vida les haya
dejado de traer “regalos” y solo les ponga “carbón”. No hacen nada para
cambiarlo y muchas veces ni se lo plantean, su falsa creencia les hace
sentir que es lo que se merecen.
Buen día.
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