Mi familia dejó de comer azúcar por un año y esto fue lo que pasó…
Érase una vez una época en la que yo era sana – o al menos pensaba que lo era.
Naturalmente me faltaba la energía suficiente para terminar con el día,
pero con todos los anuncios en la televisión promocionando bebidas
energéticas para las masas cansadas de los Estados Unidos, siempre asumí
que yo no era la única que sufría. Y, por supuesto, todo el mundo en mi
familia temía las temporadas de resfriados y gripe, pero también pensé
que al llegar enero, todas las personas desarrollan algún grado de
enfermedad.
Al menos eso es lo que pensaba hasta que empece a escuchar nueva
información inquietante, sobre los efectos del azúcar. Según varios
expertos, el azúcar es lo que está causando que muchos estadounidenses
tengan sobrepeso y enfermedades. Cuanto más pensaba en ello, esta nueva
información empezó a tener sentido para mí – un montón de sentido. Uno
de cada siete estadounidenses tiene sindrome metabólico. Uno de cada
tres estadounidenses es obeso. La tasa de diabetes se ha disparado y las
enfermedades cardiovasculares son la causa de mortalidad número uno de
Estados Unidos.
Según esta teoría, todas estas enfermedades y muchas otras se pueden
asociar con la presencia de este gran tóxico en nuestra dieta … el
azúcar.
Una idea brillante
Tomé todo este conocimiento recién descubierto y formulé una idea.
Quería ver cuan difícil sería para nuestra familia – mi marido, nuestras
dos hijas (de 6 y 11) y yo – pasar todo un año sin consumir alimentos
con azúcar añadido. Cortamos de nuestra dieta cualquier alimento con
ázucar añadido, ya fuera azúcar de mesa, miel, melaza, jarabe de maple,
agave o jugo de frutas. También se excluyó cualquier cosa hecha con
edulcolorantes o alcoholes de azúcar. A menos que la dulzura fuese
original en el alimento (por ejemplo, una pieza de fruta), no lo
comeríamos.
Una vez que empezamos a buscar, encontramos el azúcar en los lugares más
increíbles: tortillas, salchichas, caldo de pollo, ensaladas
preparadas, fiambres, galletas, mayonesa, tocino, pan, e incluso en
fórmula para bebés. ¿Por qué añadir toda esta azúcar? Para hacer estos
artículos más agradables al paladar, preservar por más tiempo los
alimentos, y abaratar la producción de alimentos empacados.
Llámenme loca, pero evitar azúcares añadidos durante todo un año me
parecía una gran aventura. Tenía curiosidad de lo que sucedería. Quería
saber cuan difícil iba a ser y qué cosas interesantes podrían suceder.
¿Cómo iba a cambiar mi forma de cocinar y hacer compras?
Después de haber realizado mi investigación estaba convencida que
eliminar el azúcar nos haría todos más saludables. Lo que no esperaba
fue cómo el hecho de no comer azúcar me hizo sentir mucho mejor de una
manera muy real y tangible.
Un año sin azúcar más tarde…
Era sutil, pero perceptible: cuanto más tiempo pasaba sin comer azúcar
añadido, me sentía mejor y con más energía. Y por aquello de las dudas,
algo que sucedió confirmó la conexión entre dejar el azúcar añadido con
sentirme mejor: el cumpleaños de mi marido.
Durante nuestro año de NO azúcar, una de las reglas era que como
familia, podríamos tener al mes, un postre con contenido de azúcar y si
era el cumpleaños de alguno de los miembros de la familia, este lo podía
elegir.
Por ahí de Septiembre ya notamos nuestros paladares cambiados y poco a
poco, empezamos a disfrutar menos de nuestro postre mensual.
Pero cuando nos comimos el decadente pastel de varias capas con crema de
banano que mi marido había solicitado para la celebración de su
cumpleaños, yo sabía que algo nuevo estaba ocurriendo. No sólo no me
gustó mi rebanada de pastel, ni siquiera la pude terminar. Tenía un
sabor extremadamente dulzón para mi paladar ahora sensible, hizo que mis
dientes dolieran, mi cabeza comenzó a latir con fuerza y mi corazón
empezó a acelerarse… Me sentía muy mal.
Estuve tumbada en el sofá con la cabeza apunto de estallar, por una
hora antes de empezar a recuperarme. “Caray”, pensé “El azúcar siempre
me hizo sentir mal, pero debido a que estaba en todas partes, nunca lo
realicé”.
Después que nuestro año sin azúcar añadido terminó, conté las ausencias
de mis hijos en la escuela y las comparé con años anteriores. La
diferencia fue dramática. Mi hija mayor, Greta, pasó de 15 ausencias en
el año anterior, a sólo dos.
Hoy en día, habiendo pasado ese año, la forma en que comemos es muy
diferente. Apreciamos el azúcar en cantidades drasticamente más
pequeñas, lo evitamos en los alimentos diarios (en el que no debería
estar en primer lugar), y guardamos el postre para momentos muy
particulares. Mi cuerpo parece estar dándome las gracias por ello. No me
preocupo por quedarme sin energía. Y cuando aparece la temporada de
gripe, ya no siento la necesidad de esconderme con mis hijas debajo de
la cama. Si nos enfermamos sabemos que nuestros organismos están mejor
equipados para luchar, nos enfermamos menos y nos recuperamos más
rápidamente. Para mi sorpresa, después de nuestro año sin azúcar, todos
nos sentimos más sanos y fuertes. Y eso no es nada despreciable.
Este artículo apareció originalmente en EverydayHealth.com: My Family Stopped Eating Sugar for a Year and This is What Happened.
Yo no recuerdo cuándo decidí quitar el azúcar de mi alimentación, quizá hace 4 o 5 años, no de forma tan drástica, pero la eliminé de los cafés e infusiones, cuando quiero azúcar la uso morena, o miel, o panela, o stevia, según para qué, y veo los efectos que se describen en el artículo coinciden con los míos. Os animo a probar, ya que esto sí es una droga, legal, comercializada y extendida.
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